¿Y qué va a querer de entrante?


Hola amigos lectores de mi querido y estúpido (a partes iguales) blog sobre nada en concreto.
Hoy quería haceros partícipes de una teoría que hace poco llegó a mis oídos pero que, no sé exactamente por qué, he interiorizado enseguida.

Ya se sabe que el ser humano es propenso, para explicar o justificar aquello que ocurre a su alrededor, a usar parábolas, metáforas, símiles, y etecés varios. Desde que el hombre es hombre, nuestras vidas han sido comparadas con riachuelos que van a acabar a la mar, con sueños que sueños son o incluso con los más míticos videojuegos (a ver si publico esa chorrada sobre el Tetris que escribí un día). Pues bien, hoy me toca explicaros la magnífica teoría que me contaron una vez sobre los tíos y las raciones de los bares.

Según esta teoría, acuñada por el Señor A.D.Bull a principios de siglo, los humanoides del sexo masculino se dividen en dos diferentes subespecies relacionadas con sendas raciones típicas de la gastronomía "barpeperiana": croquetas y empanadillas. El autor no concreta, quizás por déficit de alcohol en las conversaciones con él, de qué ingredientes son ni las croquetas ni las empanadillas, si son de bacalao o de jamón, de atún o cebollino... pero de momento obviaremos este insignificante detalle. La diferencia entre las croquetas y las empanadillas es que, mientras las segundas pueden comerse en cualquier momento, de una sentada y olvidarse de ellas al día siguiente, para las croquetas hay que tener el paladar más preparado. Quizás las croquetas no son demasiado sabrosas para el bocado rápido, pero a largo plazo se agradece tener ese plato de croquetas que tanto trabajo ha costado presentar encima de la mesa.

Para quien haya entendido algo de este símil, enhorabuena. Yo apenas entendí cuando me lo contaron que las tripas me pedían una jarrita de cerveza y unas tapas. Pero para que lo comprendiera un poco mejor, el maestro A.D. Bull me dijo que quienes comen las raciones son las mujeres, al parecer. En ese momento, cuando estaba a punto de pedir una de bravas al camarero, dije... "de acuerdo, las tapas son de mujeres, ponme un filetón, amigo". En vez de un filetón, A.D. Bull me propinó un guantazo y acabó entonces de contarme su teoría: "Tú, por ejemplo, eres una croqueta". "¿Me estás llamando gordo?", respondí. "No, tío, tú eres una croqueta porque eres muy poco atractivo para el corto plazo, pero si te lo curras puedes saber muy bien"... Desde ese día, a parte de dejar de ser amigo de A.D. Bull por pensar que me estaba tirando los trastos, me dí cuenta de que quizás no estaba tan equivocado ni paranoico como pensaba. Quizás el mundo se divide en croquetas y en empanadillas... tal vez ahí está la auténtica verdad sobre el sentido de nuestra existencia... o tal vez es otra teoría absurda de borrachos con hambre...

Cada cual que saque sus conclusiones. He dicho.


Por cierto, A.D. Bull, no te enfades por sacar a la luz tu fantástica teoría.


Cuando te toca ser el sobrio

-Eh Martín el otro día te vi.
-Sí tío.
-Y hace dos semanas también te vi.
-Sí, creo que sí.
-Joder y en Alicante creo que nos cruzamos una vez.
-...Eh... oh, me llama aquella papelera, ahora vengo.

No hace falta que os diga (ni yo ni nadie) que hay dos maneras de salir por la noche: bebiendo y absteniéndose. Y aunque mucha gente lo niegue, ambas maneras de salir no tienen nada que ver. Lo que sí tienen en común es que en ambas ocasiones sientes vergüenza, propia o ajena. Cuando bebes, sientes vergüenza de tus actos (sobretodo si han tenido que contártelos) al día siguiente, cuando la cabeza vuelve a su sitio y encuentras esa bonita carta de suicidio firmada por tus neuronas llamada "resaca"; mientras que si te abstienes, sientes vergüenza la misma noche que sales...

¿Y no odiáis tener que ser el amigo abstemio? Cuando tienes que conducir, cuando no tienes un duro, cuando simplemente no te apetece pillarte una cogorza absurda para celebrar que una semana más hemos llegado vivos al sábado... Y entonces vas al bar que frecuentas (de los bares tendremos que hablar otro día) y te pillas una caña. Y ahí estás tú, con tu estúpida caña en la mano intentando encontrar el platito de patatas de sobre que como por compasión te han colocado en la barra. Pero el platito no está. No está básicamente porque un borracho, intentándose apoyar en la barra del bar, lo ha golpeado por el borde y ha hecho que éste vuela por los aires acabando en la cara de algún maromo cabreado (y seguramente etílico y con ganas de "pimpampumbocatadeatún"). El orangután entonces utiliza su única neurona para buscar al culpable de ese "au, pupa" que le han provocado, y encuentra a un personaje sobrio, serio, mirando a su alrededor en busca de su cutre-tapa de papas... Y así se hacen los enemigos, queridos lectores.

Bueno, esta historieta realmente es una burda mentira que me he sacado de la manga, lo que viene siendo una historia "por la puta cara" (no se por qué me gusta esta expresión, tan directa y absurda). Pero así nos hacemos una idea de lo que pasa cuando te toca ser el amigo sobrio. Aunque no sé si prefiero hacer enemigos que amigos, porque no hay nada peor que el típico ciego que te viene a dar la brasa contándote desde sus ideales políticos (que no te interesan lo más mínimo) a sus experiencias sexuales (que bueno, no te interesan, pero tienen cierto morbillo...). Ahí estás tú, el sobrio del bar, el bicho raro que no se digna a seguir ni con el cuello el maravilloso ritmo del reagetton (o como puñetas se escriba), con el dulce aliento de tu amigo borracho, mezcla de ron barato y kikos (cuyos restos a veces saltan a tu cara haciendo que odies definitivamente al dueño de aquella boca) dándote la vara sobre la necesidad de una política nacional más firme en materia de competencias autonómicas... bueno, sobre los "putos putos putos nacionalistas de mieeeerda, tronco", usando sus propias palabras.

Entonces es cuando decides que "si no puedes con ellos..." y te pides otra cerveza, o mejor aún, un whisky, "y ahórrate la cola". Con lo bonito que es tropezar con copas, hacer amigos y hacerte escuchar, ¿verdad?

-¿Y yo no te vi la otra noche?


El gafotas


Miope, cuatro-ojos, empollón... cuántas acepciones para una sola persona, ¿verdad?
Empiezo mi blog con la típica reflexión del gafotas:

Tener gafas tiene su punto. En mi caso el primer punto es que las gafas tapan parte de mi fisionomía facial, es decir, que me tapan un poco la cara y eso está muy bien. Otra ventaja es que pareces (reitero, pareces) más listo e interesante. El tío con gafas parece un tío leído, y nadie piensa que el tipo es un miope de vergüenza porque se ha pasado toda una vida viendo la tele a dos palmos de la pantalla. Bueno, tampoco hay que exagerar... dos y medio.

Desventajas... que de tan leído que pareces te llamen empollón. Y que, y esto me da mucha rabia, en cualquier momento pueden saltar por los aires y perderlas donde menos lo deseas (un pub, discoteca, etc.). Entonces pasas de parecer un intelectual a ser literalmente un zombie borracho, con las manos hacia delante intentando palpar tus gafas deseando que sean todavía una pieza. Pero además yo no sólo tengo gafas, yo tengo gafas de pasta, que tiene más connotaciones. El gafipasta vulgaris es una especie bastante homogénea para el común de los mortales: el gafipasti (también llamado "popero gafudo" o "mira otro con esas estúpidas gafas de pasta") es una persona que suele ir aproximadamente 4 días a la semana a un fnac, que compra discos de música somalí y ve películas producidas por afganos en cines alternativos. Es alguien que lee Saramago y libros del estilo de "No Logo", que quiere salvar a las ballenas y está en contra del radicalismo del sistema de consumo... Pero lo peor de eso es que el popero gafudo no sólo es todo esto, sino que encima suele estudiar publicidad y relaciones públicas, una carrera que no debería ir acorde con sus ideas. Él debería estudiar algo así como filosofía y letras, o como mucho comunicación audiovisual... pero no, el ejemplar de "mencantawoodyallen" estudia nada más y nada menos que publicidad... de momento...



Y después de todo esto os preguntareis, "¿por qué le tendrá tanta manía a este tipo de personas?"... Pues sinceramente no lo sé... quizás es que empiezan a surgirme síntomas de esquizofrenia... esperemos que sea algo momentáneo...

Disfrutad del blog!