Las irrelevantes aventuras de un vetusto detective

Son las siete de la mañana. Acabo de despertarme no sé muy bien dónde. Miro a mi alrededor y observo como todo me es extraño. "Al menos", me digo para mí, "aquí está mi vaso de agua con mi dentadura postiza". Me coloco mis amarillentos dientes de pega y me levanto de golpe de la cama. En diez minutos ya estoy de pie, todo un récord. Aún me pregunto dónde estoy. De pronto, una enfermera entra con unas pastillas color rojo y me disipa las dudas. Estoy en la residencia de ancianos. Esos malditos villanos se salieron con la suya... "Meterme en un asilo, manda narices..."

Un detective como yo, de mi talla, fama y altura, ¿cómo pude acabar en un sitio como éste? Quizás todo esto sea una nueva misión de la organización secreta "Vigilantes Y Espías Jóvenes y Obtusos" (VYEJO). Sí, quizás pretenden que me infiltre en esta cutre residencia para averiguar algún tipo de irregularidad, como el tráfico de drogas por medio de los pañales XXL o el rapto de una jovencita por parte de algún abuelo cuyos nietos ignoran por completo. Es posible que se trate de una nueva aventura de Cebollino Gutiérrez, el mayor detective de VYEJO...

Así que he de actuar rápido, porque seguramente algún malandrín esté buscándome para frustrar el éxito de mi misión. Así que lo primero que hago es agarrar la bandeja con la que trajo la enfermera las pastillas y apretar el botón de llamada para que ésta acuda. Llamo, agarro con fuerza la bandeja metálica y espero al lado de la puerta. Oigo sus pasos... se acerca, abre la puerta y mientras entra empieza a decir, con voz despreocupada: "A ver, señor Gutiérrez, qué pasa esta vez..." En ese momento: ¡Plaf! Le arreo con la bandeja en la cocorota. Esperaba que se desmayara en el acto, como ocurría hace años con los villanos de aquel entonces, pero a esta enfermera de media tonelada sólo consigo hacerle gritar un poco. En este momento, visto que debo decantarme entre disimular haciéndome el despistado o seguir atizándole, me decanto por la segunda opción. Un golpe más sólo le ha hecho subir el volumen, el tercero que ella me golpee a mí. Casi me tumba, la gorrina. Pero entonces le doy el golpe de gracia en la sien y consigo que escape. Bueno, algo es algo.

Salgo de aquella habitación sigilosamente pegado a la pared. Miro para abajo y observo que voy vestido con una bata que deja al aire mi trasero. Cebollino Gutiérrez, el detective más profesional, en pelota picada... "Bueno, en peores hemos estado". Corro por el pasillo y de una puerta, por sorpresa, aparece un anciano con bigote, me mira fijamente con una sonrisa y me ofrece jugar al dominó. Le oigo repetidas veces, el tipo no calla. "Cebollino, un dominó, Cebollino, un dominó, Cebollino, un dominó..." No sé ni cómo sabe mi nombre este mamarracho, pero lo cierto es que debo quitármelo de encima antes de que su voz alarme a la enfermera obesa o a los villanos que seguramente van tras de mí. Le empujo con fuerza y el viejecillo cae al suelo mientras aún susurra su invitación. Otro que no cae inconsciente. Lo cierto es que estoy en horas bajas.

Salgo del pasillo por una puerta doble. Debo estar cerca de la salida de este centro asqueroso. Empujo sutilmente las puertas y observo cómo se quedan en su sitio impávidas. Maldición, me han encerrado. Empujo de nuevo, esta vez con más fuerza. Nada. Utilizo mi hombro para empujar con todo el cuerpo y lo único que consigo es deshacerme del camisón que cubría mis partes nobles. En ese momento, abre desde el otro lado, otro enfermero. Este es más fuerte que la gorda de antes, por lo que un detective desnudo, por muy profesional que sea, poco tiene que hacer.

-¿Ya estamos otra vez corriendo por los pasillos, señor Gutiérrez?- Me dice el orangután con una sonrisa de oreja a oreja. Sabe que no puedo hacer nada en esta situación y se enorgullece. Lo raro es que conozca mi nombre, algo que me hace sospechar de su pertenencia en la banda de villanos que me persiguen.

-¿Cómo sabe mi nombre, joven? No me importa lo que busque de mí, debo investigar un caso importante. No se inmiscuya en una misión ultrasecreta de VYEJO.

-Claro que sí, Cebollino... vamos de nuevo a su habitación. ¿Se tomó las pastillitas rojas que le dio la otra enfermera?

-No sé de que me habla, malandrín.

-Pues ya sabrá algo más cuando se las tome. Vamos para allá.

El primate me agarra y arrastra de nuevo hacia mi habitación. Me dice que pronto vendrá mi hijo a verme y que debo vestirme para la ocasión. Sigo sin saber de qué me habla. He fallado, no sé cómo pero por primera vez en muchos años he fallado a VYEJO. Pero pronto, muy pronto, saldré de aquí para salvar al mundo de nuevo...

...¿Continuará?



Vacaciones de verano para mí...

...caminando por la arena junto a ti... de nuevo los Formula V dando por saco. Efectivamente, han llegado, después de mucho sufrir, las ansiadas vacaciones estivales. Y ahora uno se para a pensar y deduce que estas serán las últimas vacaciones de verano de estudiante. Quién sabe cuanto durarán las vacaciones de verano el año que viene...


Ya han terminado los exámenes. Por fin. Ya soy (casi) licenciado y todo. Tan sólo me queda estudiar un poquitín para septiembre (espero que sea eso, sólo un poquitín, porque si no vamos daos) y seré un tipo de provecho para la sociedad. ¡Argh! ¡Con lo que molaba ser una ameba, chupando del bote y currando lo justo y necesario!

Y en estos momentos empiezas a recordar cómo tu vida, hasta este momento, ha sido como un viaje programado. Naciste, fuiste al colegio que eligieron tus padres, eliges letras o ciencias para luego elegir una carrera... "¿Qué quieres ser de mayor?" "De mayor quiero ser niño". Me costó decidirme por una licenciatura, pero finalmente me decanté por publicidad, y aunque pude hacerla en Alicante, me fui a Madrid. Madrid, para según qué cosas, mola más que Alicante. Aquí he hecho muchos amigos (y los que me quedan), y con ellos he convivido estos últimos cinco años, último tramo de nuestro viaje programado. A partir de muy poco, nos toca decidirnos, sin más rodeos, sobre qué queremos ser de mayor, que ya toca.

Y a día de hoy sigo empeñado en decir lo mismo, aunque sé que antes o después uno se dará el irremediable batacazo con la realidad. Este blog, en cierto modo, es parte de lo que quiero ser. De pequeño me preguntaban sobre cuál sería mi trabajo de mayor. Al principio decía que portero. Cuando la gente me preguntaba que en qué equipo, yo les corregía diciendo que no, que yo quería ser portero de fincas urbanas. Sentarme en la portería y saludar a los vecinos... Vocación de vago, vamos.

Pues bien, ya no quiero ser portero. Ahora, vete tú a saber, seré lo que me toque ser cuando me toque decidirme. Tengo un veranito para pensármelo. Todo un verano, mi último verano de estudiante. Quizás para pensarlo, lo mejor será olvidarme de todo y disfrutarlo como cuando era niño. Quizás él me diga lo que tengo que hacer... que cursi soy a veces, madre.

La próxima entrada, será surrealista, como tienen que ser, caray. Pero dejadme que hoy me coma un poco el tarro... Qué exigentes sois, pardiez.

Lunes musicales (2)

¡Otra vez es lunes, amigos! Y qué mejor manera de celebrarlo que con una canción. Hoy, con todos ustedes, La Fiesta de Blas, un homenaje a la intoxicación etílica firmado por los inmortales Fórmula V. Fijaos en ese movimiento pendular de su cantante (melenudo jipilongo comeflores), o en el acartonamiento hiperbólico del batería... una delicia de canción dedicada a todos aquellos que, como el menda lerenda, se encuentran enclaustrados en sus cuartos/bibliotecas/zulos para sacar adelante sus exámenes... Ánimo, ¡que ya es lunes!





¡Estudiad, malditos!


¡Hola! ¿Estás estudiando? ¿Qué haces entonces metido en este estúpido blog? ¿Quién te ha mandado meterte aquí? ¿Por qué narices tiendes a perder tanto el tiempo? ¿Quién te ha llamado? Que manera de hacer el gandul, madre mía, cualquier excusa para ponerse a hacer el gamba. Como por ejemplo, jugar con el maldito maldito juego del conejo y las campanas. ¡No empieces a jugar, porque será lo único que hagas hasta que termine la época de exámenes!

Historias de héroes contemporáneos


La verdadera (aunque muy cuestionada) historia del Niño Melón

Seguro que, desde todos los lugares del mundo conocido, y aún en aquellos que nos quedan por conocer por ser nosotros cortitos de entendederas, se ha escuchado como un rumor la historia de un hombre que de manera espectacular cambió el rumbo de nuestra existencia. Los detalles de su biografía son discutidos todavía, e incluso el nombre de tan magnánimo personaje, que unos llaman Melín, otros Ñoni Melán y otros, los más despistados, El Ratón Mickey. Recientemente, un equipo de investigadores formado por un par de científicos ociosos, tres parados y diez amigos imaginarios, consiguieron descifrar el verdadero nombre de este personaje que al parecer fue bautizado como Don Niño Melón de Todos lo Santos. A continuación intentaremos reflejar en un par de estúpidos párrafos sin sentido ninguno la vida y obra de quien fue llamado a ser un hito en la historia.

El nacimiento de este hombre, si es que tal calificativo no es en su caso un insulto, es también discutido por las distintas escuelas que, no se sabe bien por qué, estudian la biografía de Don Niño Melón. Unos, los más de ellos, aseveran que nació en León, algo que justificaría las posturas regionalistas que defendería ya de joven. No obstante, estudios posteriores evidencian que su nacimiento no aconteció si quiera en la Península Ibérica. De hecho, deberíamos trasladarnos a la ciudad brasileña de Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina, para encontrar sus verdaderos orígenes. Allí, hace aproximadamente dos décadas, se sintió el estruendo de una gran tormenta. Un matrimonio que vivía de sus tierras, tras la misma, fue a ver si las papayas seguían en su sitio, pero allí estaba en vez de sus frutales un niño de extrañas proporciones, boca abajo debido al exagerado tamaño de su cabeza y que parecía musitar algo así como “ya estoy aquí”. El matrimonio, fascinado por lo milagroso de esta aparición (y, por qué no decirlo, por la fealdad del chavalín), comenzó, mirando al cielo, a gritar: “a criança já está aqui melão, oh melão”. Hemos de admitir, después de contar la versión “brasileña” del nacimiento de Don Niño Melón, que ésta no encaja con el hecho de que al poco de acaecido este episodio, Don Niño Melón se traslada a León por medios que desconocemos y razones que pueden ser sólo la del repelús que produce su proximidad. De todos modos, es posible que la drogadicta brasileña que nos contó esta historia pretendiera tomarnos deliberadamente el pelo, o quizás, y esto resulta más inquietante, exista en el mundo más de un Niño Melón, cosa que causa pavor en quien piensa de tal manera.

Pero si algo es relevante para entender la importancia de la figura de Don Niño Melón de Todos los Santos es su extraña infancia en tierras leonesas. Según cuentan las malas lenguas, Don Niño Melón fue abandonado en la puerta de una iglesia, ignorando quien lo dejó en aquel portal que esa iglesia había sido abandonada hacía ya tiempo y estaba en ese momento ocupada por una familia de gitanos que, cosas del destino, dedicábanse a la venta de melones y sandías. Cuando abrió el patriarca la puerta de su casa y observó al bebé que miraba inquietante hacia todas las direcciones como si de un muñeco se tratara, pensó que alguno de sus clientes pretendía devolver el género que él había podido venderle. Más tarde recayó en que aquello que susurraba en el suelo resultados de partidos de segunda división no era una pieza de fruta, sino un niño de carne y hueso. “¡Caramba!, así que así se hacen los niños, ¿eh?”, dijo Fernando de Dios Fernández, el susodicho patriarca. La familia gitana adoptó ufana a nuestro protagonista y le transmitió esa forma de ver la vida tan alegre sólo propia de esta etnia. Pero claro, Don Niño Melón no podía contentarse con la sabiduría que su nueva familia le aportaba, ya que sus inquietudes de conocimiento iban mucho más allá. Don Niño Melón lo quería saber TODO, absolutamente todo sobre lo que acaecía en el mundo. Su sed de sabiduría hizo que se alejara de su familia (aunque bien es cierto que otros estudios aseguran que fue expulsado de la misma por su incapacidad de coordinar las manos para dar palmas). El día que se marchó, Fernando, su padre de adopción (a la fuerza), le dio el último consejo antes de su partida: “Don Niño Melón (también tuvieron mala leche los gitanos llamándolo así), nunca olvides lo que hay que hacer a la hora de comer: llega el último y rebusca en los platos del resto, que siempre hay quien se deja un cacho pan o un reloj de oro, vete tú a saber. Y ahora, lárgate de aquí, caramba.”

Y así fue cómo Don Niño Melón marchó a devorar toda la información que se le cruzara. De mayor, quién sabe, podría llegar a escribir su propia enciclopedia. Con esta mentalidad salió de la iglesia donde vivía (no sin antes lavarse un poco la cara con el agua de la pila bautismal), diciéndose a sí mismo: “lo primero que vea, voy y lo estudio”. Y así fue como, procedente del cielo, llegó tras un vuelo casi mágico a los pies de Don Niño Melón una portada de un periódico. Cuando se agachó a recogerla, observó que se trataba de la portada del Marca de aquel día. A Don Niño Melón se le iluminó la cara: Tanto colorín, tanta foto, tanto hombre musculoso… atrajeron hasta límites insospechados a nuestro querido protagonista. “Esto es lo primero que estudiaré para ser la persona más documentada del planeta. He dicho”. Y así comenzó su camino hacia la erudición universal. Hay que matizar que, aunque esta visión épica de su pasión por el deporte es aceptada por la mayoría de las escuelas estudiosas de la biografía de Don Niño Melón (2 de 3), hay quien opina que todo empezó porque de niño alguien le regaló un álbum de cromos, de la editorial Este, de la liga 1992/93, y que su familia gitana le ayudaba en principio a robar cromos y extorsionar al quiosquero. Esta visión, por lo racista, nos parece del todo desafortunada (pero ahí queda).

Así que, con la página del diario deportivo en sus manos, empezó a deambular por las calles de León hasta chocar de pronto con una piedra en la que se podía leer “Colegio Mayor Elías Ahúja”. El choque fue tan violento que sus reflejos se vieron afectados. Además, la surrealista y larga caminata hacia Madrid, donde se encontraba la susodicha piedra, hizo que se cansara hasta el punto de no poder recuperar de nuevo su velocidad de movimientos normal. Visto que aquella piedra indicaba la situación de lo que parecía “una iglesia muy alta” (es decir, en su caso, una casa muy alta), decidió tocar a la puerta, abriéndose ésta antes de que sus nudillos pudieran rozarla (“otra que me rechaza”, pensó Don Niño Melón), y pedir cobijo.

-Buenos días.- Dijo una simpática señorita dentro de una urna de cristal.

-Hola. – Don Niño Melón se sorprendió al escuchar aquel acento “no gitano-leonés”. – Quería una habitación, o algo… o cromos para completar mi colección de la liga 1992/93 de ediciones Este.

-Sólo tengo Panini. Pero habitación sí tengo, hombre. La 608 está siendo desinfectada por el virus del ébola. Pero adelante, chico raro.

-Maldición. Ah, y gracias por la habitación.

Y así fue cómo, en su afán por conocerlo absolutamente todo (empezando por el fútbol, siguiendo por el fútbol sala y continuando por el futbolín), empezó a vivir en el Colegio Mayor Elías Ahúja. Dicen que cuando los colegiales le saludaron, sólo escuchaban un leve “ya estoy aquí” que salía de sus labios recordando al gemido susurrado en la selva brasileña. Aunque como hemos dicho, esa historia parecía una patraña. Y esta también, todo hay que decirlo.

De todos modos, lo que acaeció antes de su llegada al Colegio Mayor poco de importante tiene, ya que la verdadera leyenda empieza una vez Don Niño Melón está dentro.

Chan chan chan chaaaan.

Empezamos esta nueva sección con una canción escalofriante. Raphael, que ya nos tenía acostumbrados a cualquier cosa, nos sorprendió hace un par de décadas con este intento de guiño al mundo hebreo. Pero claro, como nuestro latin lover no tiene ni papa de su idioma, se dedicó (aunque esto no es nuevo) a inventarse palabros extraños. Sólo él podía hacerlo. Disfrutad de este video. Si os gusta, todos los lunes tendréis uno igual de espeluznante.





Fijaos en esas primeros acordes de guitarra, de cómo siguen sonando aunque Rapha (para los amigos) deje de tocarla. Mirad a la rubia y al niño despelotado, cómo ponen cara de circunstancia... Y sobretodo: Que alguien se atreva a hacer un karaoke con esta canción, porque haría las delicias del mundo del frikismo.

Un saludo!

Desapariciones (y III)


Pero sin duda, el panorama que más ha sufrido esta serie de desapariciones misteriosas ha sido el mundo de la comunicación. Hoy día todos sabemos que la televisión es una porquería, la radio es cansina, los diarios partidistas y las revistas sexistas. Pues bien, si esto es así se debe única y exclusivamente a que en momentos clave para el desarrollo del mundo mediático ha faltado un personaje clave.

Un ejemplo: cuando en 1997 los directivos de Canal 9 esperaban un nuevo programa para las noches de los martes, un programa fresco, divertido y original, tres fueron los candidatos para presentar su proyecto. No obstante, finalmente solo se presentaron dos: un chico de una productora joven que presentaba un programa donde los perros contaban sus infidelidades y otro que presentó un programa del corazón llamado Tómbola. “Puestos a elegir”, dijeron los directivos, “elegimos el del corazón, aunque no nos convencía del todo”. Después de eso los programas de tinte amarillento tomaron las parrillas de todos los canales, como todos ya sabemos. Y ahora nos preguntamos, ¿qué hubiera pasado si no hubiera desaparecido esa tercera persona, esa tercera propuesta para las noches de los martes en canal 9?

Profesor Sánchez: No sé
Amelia Vásquez: Ni idea
Joaquín Letrina: ¿qué?

Un día, en los estudios de La Ser en Madrid, alguien escuchó que un primo había oído que su yerno aseguraba que tenía una fantástica idea para un programa de radio matutino. Un programa lejano al partidismo que impregna todas las emisoras de radio del país: “Un programa para todos, pero ahora de verdad”. Nadie sabe qué programa era ese, porque nunca se llegó a proponer, ya que faltó la persona indicada para hacerlo.

¿Creen que el anuncio de “Te gusta conducir” es tan bueno como lo pintan? Quizás cambiarían de opinión si Gustavo Hermosilla hubiera aparecido por las oficinas de BMW el día del concurso para proponer su línea de comunicación. El mundo de la publicidad se hubiera tambaleado si el señor Hermosilla, que desapareció misteriosamente el día anterior a la supuesta presentación de su campaña, hubiera estado allí ese día.

Incluso, según nuestras investigaciones, la ya mítica canción del Colacao iba a ser un rap flamenco fusión si Osama Bin Torrent hubiera presentado su idea ante los responsables de comunicación de esta empresa. Pero aún hoy Osama se haya en paradero desconocido.

Han faltado a lo largo de la historia, y más concretamente en la historia de los medios y la publicidad, esas personas que podían haber hecho cambiar el rumbo de nuestros sentidos, de nuestra manera de percibir la información, de nuestra manera de persuadir… y hoy los profesionales están empezando a reaccionar ante este fenómeno.

Profesor Sánchez: Efectivamente, dado que las empresas empiezan a darse cuenta de que siempre falta alguien para tomar las decisiones más acertadas, sobretodo en el mundo de los medios y de la publicidad, están buscando a personas indicadas para atarlas a una silla y que no salgan de ahí hasta soltar prenda.

En el Centro Secreto de Captación de Talentos (el CSCT), encontramos largas colas para buscar ese talento secreto que necesita nuestra industria. Lo sorprendente es, quizás, que siendo secreto haya tanta gente presentada. Preguntamos a la gente que espera ansiosa en la cola que ya da la vuelta a la manzana del Csctttt, el Cesct, el ctttesssttt… del Centro.

Señor en la cola: ¿Qué hago aquí? Pues creo que regalan algo, pero no estoy muy seguro de qué. ¿De qué cadena son ustedes?

Señora en la cola: Yo vengo a mostrar mis dotes como cantante y bailarina. LA DONNA E MOOOBILEEEE…

Niño en la cola: Yo estoy guardando el sitio para mi padre, que se ha ido a comprar tabaco. Me ha dicho que espere aquí que ahora vuelve…

Al parecer, después de entrevistar a alguna de las personas que se amontonan en esta enorme cola, nadie parece saber exactamente por qué narices se encuentran aquí hoy, así que el jurado del Centro Secreto de Captación de Talentos, un órgano inventado por el Ministerio de Asuntos Secretos, no sabe decidir ante tan absurda concentración.

Pero finalmente, dado que ante tanta gente alguien medio válido podemos encontrar, alguien que nos haga un apaño ante el desastre universal de las desapariciones misteriosas, el jurado del CSCT, órgano del MAS, decidió elegir a (ESCRIBE AQUÍ TU NOMBRE:_________). Él/Ella es, según lo ha dictaminado el jurado popular, culpable de soborno y de extorsión, y según el jurado de la CSCT, la persona indicada para dar al triste negocio de la comunicación y la publicidad, las ideas que necesita.

Así al menos, si existen malas ideas, tendremos su cuerpo cerca para lapidarle.

Profesor Sánchez: El caso es que me suena ese nombre… ¿no será familiar del miembro del jurado (ESCRIBE AQUÍ EL NOMBRE DE UN PARIENTE:___________)? El caso es que, aunque creo que la medida tomada por el Ministerio es válida, la aparición de este personaje no creo que sea tan interesante de estudiar como la desaparición de otros personajes.El personaje escogido parece, a mi juicio, un ser despreciable y falto de toda imaginación, pero si el jurado así lo ha decretado, tendrá que estar destinado a ser un personaje clave de la historia… ¡JA!

Joaquín Letrina: Me parece una chufla todo… quiero irme a casa, coño…

Y aquí damos, pues, por terminado, este ridículo reportaje sobre las desapariciones de personajes clave en nuestra historia y la aparición de alternativas superguais a la par que improvisadas. ¿Una bonita manera de hacerse autobombo, no os parece? Bueno, si no os ha gustado, al menos estaréis contentos de que haya terminado, ¿no?

Desaparecer (II)


Volvamos a ilustrar la teoría de las desapariciones con un nuevo ejemplo. Nos encontramos en Madrid durante el mes de abril de 1941. El dictador Francisco Franco visita una escuela inaugurada en el barrio de Vallecas por la Sección Femenina. Se trataba de una visita oficial, una más del caudillo, retratada por las cámaras de los informativos cinematográficos oficiales. Ese día, después de ver las aulas, las habitaciones para las alumnas internas y los talleres de corte y confección, Francisco Franco vuelve a su despacho en el palacio de El Pardo para hablar con Andrés Lillo, un amigo íntimo del dictador. En esta entrevista, según parece, Franco confesó con lágrimas en los ojos que deseaba con todas sus fuerzas abandonar el poder y retirarse a una finca que tenía en Ferrol, su tierra natal. Allí viviría tranquilo después de batallar durante tres años en la guerra civil y tener que hacer frente del estado de hambruna y desesperación que vivía su país. No creía ya en sus ideales políticos, que eran en realidad de su queridísima esposa Carmen Polo y su cuñado, un tanto tímido, Felipe Polo, que exclamó una vez en Oviedo refiriéndose a una muchacha que acababa de conquistar: “Es una grande y… está libre”. No tenía sentido seguir en el puesto y veía necesario una vuelta de nuevo a la democracia. Pero no podía confiar en nadie excepto en su queridísimo amigo Andrés Lillo para liderar este cambio que creía pacífico y necesario. Andrés Lillo, aunque reconoció que le venía un poco mal porque acababa de abrir una tienda de boinas en su pueblo y no sabía si podría dedicarse a ambas cosas, aceptó de buena gana. Dijo Lillo que el lunes siguiente, después de la inauguración y la bendición del local, asumiría lo que él llamó, el “recao” de Franco.

Pero al salir del despacho del dictador, Andrés Lillo se introdujo en una boca de metro y nunca más se supo de él, salvo que desaparecieron de su tienda un par de boinas de color gris oscuro y otra marrón. Lo que ocurrió a partir de entonces ya todos lo sabemos: 34 años más de dictadura franquista. Y todo porque no estuvo en el lugar y el tiempo indicado este personaje clave para la historia.

Profesor Sánchez: “El caso de Andrés Lillo es paradigmático porque incluso existen fotografías en las que Franco posa entregándole un cetro a un muñeco que hacía las veces del señor Lillo, que realmente no está en la fotografía. Quizás pensaron que llegaría antes de que se cerrara el obturador, pero yo opino sinceramente que pensaron en un posible montaje fotográfico para cuando pudieran dar con este personaje”.

Pero ¿por qué desaparecen estos personajes? ¿Por qué sufrimos el hecho de saber que el mundo hoy podría ser distinto, quizás mejor, y comprobar que no es ni mucho menos así por unas circunstancias como estas? Las explicaciones de estas famosas desapariciones son muchas y procedentes de variopintas maneras de pensamiento: Desde las más racionales a las más fantásticas. Hablamos con Joaquín Letrina, líder de la organización “El vacío de la historia”, dedicada a estudiar estos fenómenos:

Joaquín Letrina: “Tronco, estas desapariciones no tienen más que una explicación posible: según nuestros cálculos, en el año 3.000.000 aproximadamente, conseguirán los hombres… o los extraterrestres que vengan aquí a vivir, turistas espaciales, no sé… conseguirán crear una máquina del tiempo para retroceder al pasado, al presente, ¿entiende? y hacer los cambios en la historia que les venga en gana. Por ejemplo, quizás sean ellos los que hayan puesto a Napoleón en el poder, ¿no lo han pensado? O a Lenin, que ahora que lo pienso… ¿no tenía su cabeza una forma extraña? Tal vez sea porque los extraterrestres… espera espera… los extraterrestres le abdujeron y…”

Estas declaraciones siguieron mucho más tiempo, pero por su contenido absurdo, producto de una intoxicación que poco después nos confesó, hemos querido recortarlo. Otras explicaciones podrían ser las siguientes:

Amelia Vásquez: “Yo no sé por qué mi abuelo desapareció. Quizás porque amaba a alguien y decidió que el amor hacia esa persona era más grande que ser famoso, ¿no? O porque simplemente abandonó todo cuanto tenía para irse lejos a vivir de una manera diferente. Porque supo de la existencia de un hermano gemelo que suplantó su identidad durante años y que ahora… espere tengo que dejarle, empieza el culebrón, disculpe.”

Profesor Sánchez: “Realmente no podemos saber la razón por la cual desaparecen personajes clave de la historia de la humanidad, pero ocurre. Yo creo, simplemente, que el azar lo mueve todo, e incluso estas desapariciones extrañas son producto de unas circunstancias verdaderamente inauditas que rebasan con creces el discernimiento humano. Aunque ahora que lo pienso... ¿me podría repetir la pregunta?”

(Seguirá continuando, si es que queréis, vamos. Que si no lo damos por finiquitado y san seacabó, ¿eh?)