Golpetazo

Qué bonito es pensar que uno tiene la suerte de caer en el mejor lugar en el momento oportuno. Qué hermoso verte de pronto donde querías sin apenas esforzarte. Qué divertido es encontrarte con un mundo que te sonríe cual decorado de los Teletubbies... Desgraciadamente, esos momentos de fortuna o de orgásmica drogadicción se equilibran, como el yin y el yang o los documentales de la 2 con la telemierda de la 5, con esos momentos de la más puñetera de las punterías.

Es como si en un atasco de coches estás siempre en el carril más lento, o te escogen entre millones de personas para una cansina encuesta o, como es el caso que nos ocupa, cuando entras en el mercado laboral con una crisis de proporciones bíblicas (bíblicas de los últimos capítulos, que son los que acongojan)... Uno se pregunta si tendrá la fortuna suficiente para no acabar, después de todos los estudios realizados, vendiendo menús wini wini en un winipizza o un burguerwini.

Porque si hay algo peor que tener mala pata, eso es la incertidumbre... y en tiempos de crisis económica (que cansinos estamos, por cierto, con la maldita crisis) otra cosa no habrá, pero incertidumbre la que uno quiera... Para aquellos que se encuentren en una situación similar a esta, os dedico esta bonita canción. Porque tener dinero es lo de menos, lo importante es creérselo uno, qué narices.

Por cierto, fijaos en el señor batería... a eso me refiero con creérselo, amigos...



Un saludo de este bloguero con un dolor de cabeza tremendo (¿será por el mazazo de la realidad?)

Critica a la pura razón


Corría el año 1992 cuando José Fandango hizo su primera crítica. No era en aquel entonces un profesional como lo es ahora, pero sus vívidas e hirientes palabras hicieron que no fueran pocos los que le escucharan desde entonces. Decimos que corría el año 1992 cuando José Fandango, que por aquel entonces se dedicaba a comprar, quemar y cobrar el seguro de diversos inmuebles, acudió por curiosidad al recién inaugurado museo nacional centro de arte Reina Sofía, tal vez para practicar en aquel lugar su querida piromanía. Al aproximarse aquel día a un cuadro firmado por un tal Maura, el señor Fandango, tras unos minutos observándolo circunspectamente, exclamó bien alto para que todos pudieran escucharle las cuatro palabras que poco después le harían famoso: "Valiente mierda más grandísima". Los visitantes que en ese momento contemplaban las obras allí expuestas no pudieron más que dirigir su vista hacia aquel pánfilo, sobresaltados por el grito que rompía aquel silencio sepulcral y presuntamente respetuoso con las obras de nuestro arte patrio contemporáneo. Sin embargo, en vez de recriminarle tal insulto a la moderación, un señor que intentaba descubrir si el gotelé formaba parte de la exposición se dirigió a Fandango y empezó a aplaudirle con una expresión de completa convicción y complicidad. Su señora, invidente, aplaudió sin tener mucha idea de lo que iba el asunto con igual vehemencia, golpeando sin quererlo a una tercera persona, que por el golpe recibido pensó que debía aplaudir también si no quería seguir recibiendo. Toda la cuarta planta del Reina Sofía aplaudió entonces a José Fandango... y así empezó su leyenda.

Cuentan algunas versiones de la historia de este personaje que entre las personas que aplaudían se encontraba Jacinto Puente, director de la revista España 3000, famosa en la década de los noventa por presentar mensualmente un ejemplar con un guardia civil en paños menores para que los más españófilos tuvieran qué colgarse en la pared sin temor a ruborizarse. Al salir del museo, Jacinto Puente se acercó al señor Fandango para invitarle a la redacción y ofrecerle una colaboración en su revista. Fandango preguntó si podría llevarse su bidón de gasolina (que siempre iba con él) y en caso negativo si podría esperar a que quemase un par de cafeterías de camino a aquel lugar. Lamentablemente, aunque el señor Puente accedió a contemplar cómo quemaba un par de edificios, a Fandango se le olvidaron sus cerillas, y ningún transeúnte quiso prestarle lumbre, ya que la solicitaba enseñando sin mucho disimulo la gasolina en cuestión. Después de esta anécdota sin demasiada importancia, Jacinto Puente ofreció, como decíamos, una columna mensual donde Fandango podría criticar lo que él quisiera, usando las palabras que él estimara oportunas. No encontraría límites en su libertad de expresión, y los lectores de España 3000 estarían orgullosos de ver cómo un español de pura cepa (eso suponía) decía las verdades que pocos se atrevían a decir. Huelga decir que Fandango accedió de buena gana, y empezó a escribir críticas de teatro, ballet, óperas o películas orientales, aunque bien podían ser todas la misma crítica, ya que en todas repetía aquellas palabras que ya pronunciara frente al Maura: Valiente mierda más grandísima.

Sin embargo, pese a su pobreza léxica y su escasa originalidad, José Fandango se hizo querer mucho entre los lectores de España 3000 (en las jaulas de los gorilas del zoo de Madrid no se leía otra cosa), y poco después nuestro personaje dio el salto a la radio, colaborando en el programa "Seamos Sinceros(SS)" de Radio Nacional Española Hispana Y a Mucha Honra, Caray (la RNEHYAMHC, para abreviar), donde presentaba su propia sección que, como no podía ser de otra menera, se denominaba "La mierda de hoy es". Allí conoció a la bella actriz de radionovelas Ester Píscore, que poco después daría el salto al cine y se convertiría en una estrella mundial. Ambos, durante el tiempo que duró el programa Seamos Sinceros, entablaron una bonita amistad, y cuando Ester ya aparecía en algunos seriales televisivos y en pequeñas fotografías de revistas del corazón, José Fandango aparecía con ella, por lo que se rumoreó sobre la existencia de algo más que amistad entre ellos. José Fandango no fue tonto y aprovechó la ocasión para poder aumentar su nivel de popularidad, y fue entonces cuando decidió acudir una noche al apartamento de Ester Píscore y prenderle fuego a todo el edificio, causando numerosos daños materiales y provocando un mortal ataque al corazón del hamster de Ester.

Fue así como se hizo famoso en todo el país José Fandango y, después de pagar una multilla por su acto pirómano, acudió a numerosos medios a contar cómo hizo aquella estupidez, aprovechando para soltar entre pregunta y pregunta alguna crítica a lo que él veía oportuno, no sin callarse su famoso "valiente mierda más grandísima". El volumen de los aplausos crecía en cada intervención, y después de las entrevistas acudió como tertuliano a muchos programas de diversos tipos: del corazón, de cotilleo, de prensa rosa e incluso algun reality, creciendo su fama y su caché de manera exponencial cada vez que aparecía delante de una cámara.

Hoy, Fandango posee cuatro cadenas de televisión: Valiente 5, Mierda 7, Más 8 y la recién creada Grandísima 3, destinada a los más pequeños para la TDT. Es, aseguran los profesionales del medio, uno de los críticos más aclamados del pasado siglo y el más poderoso hombre de la televisión. Su secreto es, según afirma personalmente, "dar a la gente lo que quiere". Y a tenor de sus resultados no cabe duda de que lo consigue.