Grandes epístolas


Estimado señor López


Le escribo esta carta por evitar el hecho de pedirle a usted y a su establecimiento una hoja de reclamaciones oficial, así que espero que su primera reacción al leer esta misiva sea la de soltar un suspiro tranquilizador y prepararse para una retahíla de improperios de un cliente manifiestamente enojado.

Dicho esto, comienzo con la enumeración de los motivos por los que me dirijo a usted, mofeta nauseabunda, con este tono exasperado y poco disimulado. Mi vida, como comprenderá, no es del todo agradable, pero eso no le importa a usted, estúpido coprófago. Bueno, de hecho le importa simplemente porque, al querer deshacerme yo de mi vida como Dios manda, acudí a su “Centro de Suicidios Asistidos la Nutra Feliz” a tal efecto. Según decía el folleto, la Nutra Feliz era el mejor centro del estado para poder yo dejar este más acá y poder partir hacia un más allá estupendo de la manera más cómoda y económica, y así poder disfrutar de los mejores desayunos con queso fresco entre las nubes rodeado de angelitos macizos. Pero, hete aquí que, al toparme con su hediondo centro, rata de cloaca, mula inmunda, tragaldabas chupatintas... perdón... por dónde iba (me entretengo demasiado insultándole, usted comprenderá... bobo)... Ah sí... el caso es que al toparme con su centro, no sólo no me aseguraron una muerte dulce y placentera, sino que sus exuberantes enfermeras me agarraron por banda y no dejaron de realizarme masajes y terapias con chocolate y aguas termales. No dedicaron ni un sólo día de la semana que estuve en la Nutra Feliz a asesinarme o drogarme para despertar en el paraíso. No señor.

Y después de esa semana llena de pompas de jabón y masajes en la rabadilla, partí a mi casa con mi mujer y mi suegra y mi trabajo estresante tan vivo como cuando entré a su centro, hamster comepipas. Sigo vivo, asqueroso timador, y quiero recuperar mi dinero en un plazo razonable de tiempo, ya que pronto tendré que arrojarme por una ventana dada su incompetencia.

Espero su pronta respuesta. Un cordial saludo, capullo.

Pedro Sáinz de Barandilla


Señor Sáinz de Barandilla

Ante todo, debo darle la enhorabuena por la originalidad de sus insultos. Es la primera vez que leo a nadie catalogarme de “hamster comepipas”. Es algo que debo apuntar para futuros enfrentamientos verbales.

Le contesto a su carta por puro aburrimiento, si le soy sincero. Esta semana he podido disfrutar de unas placenteras vacaciones y eso me ha hecho reflexionar y hacer que me tome las cosas con un poco más de calma. Por eso, le digo, he accedido a escribirle de vuelta aclarándole un par de conceptos que quizás usted no tenga en su cabeza demasiado asentados.

El centro que con tanto cariño regento, la Nutra Feliz, es un centro donde nuestros clientes acuden para relajarse. La idea de asesinar a alguien me parece de lo más ridícula y, como comprenderá, nosotros no nos dedicamos a tales asuntos. En la Nutra Feliz atendemos a personas ancianas, aunque cuando se nos presenta un hombre de mediana edad, como es su caso, disfrazado con un bigote falso y polvo de talco en el pelo, hacemos alguna excepción simplemente por divertirnos. A usted, señor Sáinz (no nos olvidamos de su paso por la Nutra Feliz), se le recuerda perfectamente. Es el único cliente que lamía a otros cuando se les aplicaban los baños de chocolate (incluso me parece recordar que lamió por error algo de barro confundiéndolo con chocolate con almendras). Tampoco nos olvidamos de cómo metía mano a las enfermeras o simulaba estar en un jacuzzi gracias a sus ventosidades.

Y pensábamos que al irse de nuestro centro después de diez días (sólo pagó usted siete) de puro estrés, se acabarían nuestros problemas con su persona, pero evidentemente nos equivocábamos. Ahora pretende que le devolvamos el dinero que gastó en la Nutra Feliz simplemente porque pensaba usted que uno va allí para suicidarse. Bravo. No se me ocurriría mejor manera de exigir una devolución. Es usted un genio.

Pero recuerde: como insista en recuperar el dinero o nos moleste a mí o a mis empleados de cualquier otra manera, dé por hecho que no nos temblará el pulso al denunciarle o, si la cosa se va de madre, presentarle a mi sobrino Félix, púgil profesional.

Le despido deseando que lo que comentaba de la ventana sea cierto y pronto. Un saludo.


Pedro López
Director del Centro de Relax la Nutra Feliz.

2 comentarios:

Pepe Soldado dijo...

Muy bueno aunque los hamster son muy respetables y, sí, comen pipas. Creo que lo de Barandilla va a ir asentándose después de todo para nuestras pequeñas historietas.

Anónimo dijo...

Pedro Sáinz de Barandilla xD