Cuando te toca ser el sobrio

-Eh Martín el otro día te vi.
-Sí tío.
-Y hace dos semanas también te vi.
-Sí, creo que sí.
-Joder y en Alicante creo que nos cruzamos una vez.
-...Eh... oh, me llama aquella papelera, ahora vengo.

No hace falta que os diga (ni yo ni nadie) que hay dos maneras de salir por la noche: bebiendo y absteniéndose. Y aunque mucha gente lo niegue, ambas maneras de salir no tienen nada que ver. Lo que sí tienen en común es que en ambas ocasiones sientes vergüenza, propia o ajena. Cuando bebes, sientes vergüenza de tus actos (sobretodo si han tenido que contártelos) al día siguiente, cuando la cabeza vuelve a su sitio y encuentras esa bonita carta de suicidio firmada por tus neuronas llamada "resaca"; mientras que si te abstienes, sientes vergüenza la misma noche que sales...

¿Y no odiáis tener que ser el amigo abstemio? Cuando tienes que conducir, cuando no tienes un duro, cuando simplemente no te apetece pillarte una cogorza absurda para celebrar que una semana más hemos llegado vivos al sábado... Y entonces vas al bar que frecuentas (de los bares tendremos que hablar otro día) y te pillas una caña. Y ahí estás tú, con tu estúpida caña en la mano intentando encontrar el platito de patatas de sobre que como por compasión te han colocado en la barra. Pero el platito no está. No está básicamente porque un borracho, intentándose apoyar en la barra del bar, lo ha golpeado por el borde y ha hecho que éste vuela por los aires acabando en la cara de algún maromo cabreado (y seguramente etílico y con ganas de "pimpampumbocatadeatún"). El orangután entonces utiliza su única neurona para buscar al culpable de ese "au, pupa" que le han provocado, y encuentra a un personaje sobrio, serio, mirando a su alrededor en busca de su cutre-tapa de papas... Y así se hacen los enemigos, queridos lectores.

Bueno, esta historieta realmente es una burda mentira que me he sacado de la manga, lo que viene siendo una historia "por la puta cara" (no se por qué me gusta esta expresión, tan directa y absurda). Pero así nos hacemos una idea de lo que pasa cuando te toca ser el amigo sobrio. Aunque no sé si prefiero hacer enemigos que amigos, porque no hay nada peor que el típico ciego que te viene a dar la brasa contándote desde sus ideales políticos (que no te interesan lo más mínimo) a sus experiencias sexuales (que bueno, no te interesan, pero tienen cierto morbillo...). Ahí estás tú, el sobrio del bar, el bicho raro que no se digna a seguir ni con el cuello el maravilloso ritmo del reagetton (o como puñetas se escriba), con el dulce aliento de tu amigo borracho, mezcla de ron barato y kikos (cuyos restos a veces saltan a tu cara haciendo que odies definitivamente al dueño de aquella boca) dándote la vara sobre la necesidad de una política nacional más firme en materia de competencias autonómicas... bueno, sobre los "putos putos putos nacionalistas de mieeeerda, tronco", usando sus propias palabras.

Entonces es cuando decides que "si no puedes con ellos..." y te pides otra cerveza, o mejor aún, un whisky, "y ahórrate la cola". Con lo bonito que es tropezar con copas, hacer amigos y hacerte escuchar, ¿verdad?

-¿Y yo no te vi la otra noche?


2 comentarios:

Pepe Soldado dijo...

Mola. Pero esto me recuerda que tienes que colgar el relato-ensayo o lo que fuera sobre personajes...

Bruno dijo...

vaya vaya, sabiendo que tienes una dilatada experiencia como "el sobrio" me sorprende que no hayas hablado de los retrovisores voladores y cosas similares, jejeje un abrazo