Hola de nuevo

Después de unas vacaciones blogueras demasiado extensas, creo que estoy preparado para augurar la vuelta de vuestro deseado y sobrestimado H.A.C.W. Y para empezar esta nueva etapa, he de pedir excusas a todos aquellos millones de internautas que se asomaban a diario durante meses a esta dirección para ver si se me había pasado por la cabeza volver a escribir. Bueno... todo este tiempo sin renovar... tiene una explicación que os merecéis.

Ahí va...

... Me encontraba a una altura que difícilmente podría contar, a bordo de una avioneta rumbo a no sé exactamente dónde. Yo sólo era un rehén, una pieza más en el intercambio que se produciría más tarde en un punto geográfico indeterminado conocido tan sólo por los mandriles que pilotaban aquel cacharro. Aquellos apestosos monos, hablando entre sí en su extraña lengua, me dieron a entender con sus alaridos que ninguno de ellos tenía mucha idea de cómo manejar el aparato una vez en el aire... Yo sólo podía oírles, porque evidentemente me tenían maniatado y me habían colocado en la cabeza una bolsa de patatas tamaño familiar para no poder adivinar dónde me encontraba. Al menos, si no podía ver lo que ocurría tras el plástico, sí se me permitía chuparlo de vez en cuando para poder degustar la sal y las miguitas que tenía aún pegadas. Eran Ruffles de Jamón. Lástima. Las prefería de alioli.

El caso es que, después de aterrizar en un aereopuerto abandonado, los monos me empujaron escaleras abajo para encontrarnos con unos mafiosos checo-islandeses borrachos con los que pretendían usarme como moneda de cambio. Me dieron los primates el último empujón hasta el líder de los checo-islandeses borrachos, quien me quitó la bolsa de ruffles de la cabeza dejando ver mi rostro con la lengua fuera intentando aprovechar las últimas migajas que le quedaban. Al final me enganché, como siempre, a las malditas ruffles jamón. El líder mafioso me miró furioso, todo lo furioso que puede estar un checo-islandés borracho, y luego pronunció unas palabras a los mandriles en checo, o islandés... o valenciano de Sant Vicent del Raspeig, no lo sé; para posteriormente dirigírseme a mí en un perfecto castellano (aunque la pronunciación era regulera, porque tanto alcohol en vena no es normal):

-No sé quién puñetas eres, pero nosotros estábamos interesados en Miguel Bosé y tú, evidentemente, no eres él.
-No te lo tomes a mal, -le respondí- no es la primera vez que me confunden, aunque normalmente lo hacen con alguien mucho menos atractivo.
-Cierto, confundirte con el mayor sex symbol que ha parido España tiene delito. Su gracia, su saber estar, su aura semihomosexual... tú no tienes nada de eso, caramba.

Dicho esto, decidieron marcharse y dejarme allí tirado, no sin antes cantar todos juntos "Seré tu amante bandido". No pude evitarlo y me emocioné demasiado cantando aquel pegadizo y magistral estribillo. Luego, me dejaron en medio de ninguna parte, dejándome en el suelo la bolsa de ruffles y un mensaje "Apréndete la letra de una puñetera vez. Ni de rehén vales" ... Fue entonces cuando, no me preguntés por qué, recordé esta melodía, la cual tarareé hasta llegar de nuevo a mi mundo, mi cruel y despiadado mundo...

Y yo que pensaba que por una vez iba a serle útil a alguien...




2 comentarios:

El crítico dijo...

Por fin has vuelto. ¿Para cuando una nueva aventura de Gutiérrez, Cebollino Gutiérrez?

Jaco dijo...

Menos mal que no te sabías bien la letra, sino aún serías un rehén.

Me alegro de que estés de vuelta.