Desaparecer (II)


Volvamos a ilustrar la teoría de las desapariciones con un nuevo ejemplo. Nos encontramos en Madrid durante el mes de abril de 1941. El dictador Francisco Franco visita una escuela inaugurada en el barrio de Vallecas por la Sección Femenina. Se trataba de una visita oficial, una más del caudillo, retratada por las cámaras de los informativos cinematográficos oficiales. Ese día, después de ver las aulas, las habitaciones para las alumnas internas y los talleres de corte y confección, Francisco Franco vuelve a su despacho en el palacio de El Pardo para hablar con Andrés Lillo, un amigo íntimo del dictador. En esta entrevista, según parece, Franco confesó con lágrimas en los ojos que deseaba con todas sus fuerzas abandonar el poder y retirarse a una finca que tenía en Ferrol, su tierra natal. Allí viviría tranquilo después de batallar durante tres años en la guerra civil y tener que hacer frente del estado de hambruna y desesperación que vivía su país. No creía ya en sus ideales políticos, que eran en realidad de su queridísima esposa Carmen Polo y su cuñado, un tanto tímido, Felipe Polo, que exclamó una vez en Oviedo refiriéndose a una muchacha que acababa de conquistar: “Es una grande y… está libre”. No tenía sentido seguir en el puesto y veía necesario una vuelta de nuevo a la democracia. Pero no podía confiar en nadie excepto en su queridísimo amigo Andrés Lillo para liderar este cambio que creía pacífico y necesario. Andrés Lillo, aunque reconoció que le venía un poco mal porque acababa de abrir una tienda de boinas en su pueblo y no sabía si podría dedicarse a ambas cosas, aceptó de buena gana. Dijo Lillo que el lunes siguiente, después de la inauguración y la bendición del local, asumiría lo que él llamó, el “recao” de Franco.

Pero al salir del despacho del dictador, Andrés Lillo se introdujo en una boca de metro y nunca más se supo de él, salvo que desaparecieron de su tienda un par de boinas de color gris oscuro y otra marrón. Lo que ocurrió a partir de entonces ya todos lo sabemos: 34 años más de dictadura franquista. Y todo porque no estuvo en el lugar y el tiempo indicado este personaje clave para la historia.

Profesor Sánchez: “El caso de Andrés Lillo es paradigmático porque incluso existen fotografías en las que Franco posa entregándole un cetro a un muñeco que hacía las veces del señor Lillo, que realmente no está en la fotografía. Quizás pensaron que llegaría antes de que se cerrara el obturador, pero yo opino sinceramente que pensaron en un posible montaje fotográfico para cuando pudieran dar con este personaje”.

Pero ¿por qué desaparecen estos personajes? ¿Por qué sufrimos el hecho de saber que el mundo hoy podría ser distinto, quizás mejor, y comprobar que no es ni mucho menos así por unas circunstancias como estas? Las explicaciones de estas famosas desapariciones son muchas y procedentes de variopintas maneras de pensamiento: Desde las más racionales a las más fantásticas. Hablamos con Joaquín Letrina, líder de la organización “El vacío de la historia”, dedicada a estudiar estos fenómenos:

Joaquín Letrina: “Tronco, estas desapariciones no tienen más que una explicación posible: según nuestros cálculos, en el año 3.000.000 aproximadamente, conseguirán los hombres… o los extraterrestres que vengan aquí a vivir, turistas espaciales, no sé… conseguirán crear una máquina del tiempo para retroceder al pasado, al presente, ¿entiende? y hacer los cambios en la historia que les venga en gana. Por ejemplo, quizás sean ellos los que hayan puesto a Napoleón en el poder, ¿no lo han pensado? O a Lenin, que ahora que lo pienso… ¿no tenía su cabeza una forma extraña? Tal vez sea porque los extraterrestres… espera espera… los extraterrestres le abdujeron y…”

Estas declaraciones siguieron mucho más tiempo, pero por su contenido absurdo, producto de una intoxicación que poco después nos confesó, hemos querido recortarlo. Otras explicaciones podrían ser las siguientes:

Amelia Vásquez: “Yo no sé por qué mi abuelo desapareció. Quizás porque amaba a alguien y decidió que el amor hacia esa persona era más grande que ser famoso, ¿no? O porque simplemente abandonó todo cuanto tenía para irse lejos a vivir de una manera diferente. Porque supo de la existencia de un hermano gemelo que suplantó su identidad durante años y que ahora… espere tengo que dejarle, empieza el culebrón, disculpe.”

Profesor Sánchez: “Realmente no podemos saber la razón por la cual desaparecen personajes clave de la historia de la humanidad, pero ocurre. Yo creo, simplemente, que el azar lo mueve todo, e incluso estas desapariciones extrañas son producto de unas circunstancias verdaderamente inauditas que rebasan con creces el discernimiento humano. Aunque ahora que lo pienso... ¿me podría repetir la pregunta?”

(Seguirá continuando, si es que queréis, vamos. Que si no lo damos por finiquitado y san seacabó, ¿eh?)

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